Sé
que ejerzo mis defectos, que me distraigo de todo por seguir sueños
imposibles; que me voy sin avisar; que no recuerdo tantas cosas que
no sé cómo pude olvidar; que me río demasiado; que me gusta
mirarte en silencio mientras te peinas; que te digo demasiadas veces
que te amo; que me duermo en un instante para seguir tras de ti en
mis sueños; que te abrazo en público
cuando no se debe; que hablo con acento todos los idiomas, hasta el
castellano; que me gustan las empanadas y la coca cola; que miro a
veces a otras. Todo esto lo sé.
Pero
cuando volteas a mirarme mientras el pelo cae sobre tu cara, con esas
estrellas que brillan en tus ojos, con tus labios que me sonríen y
tu mano que roza la mía, entonces nada importa, salvo los dos.
Sé
también que es la forma que tienes de decirme te quiero, que me
quieres con todos mis defectos. Y todo esto que me dices en silencio, con sólo una mirada, hace que el universo y yo nos enamoremos aún más de ti. Mucho
más.
El silencio habla a gritos.
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