Es el momento
en
que me dejas,
de
alejarte de mí,
en
que me dices
el
adiós definitivo
envuelto
en bellas palabras,
que
regresas a él
y
de paso me partes
la
vida en dos:
el
dolor
de saber que nunca más
oiré
de ti
y
ese otro que me dejas
para
siempre
como
otra muerte.
Porque
ahora que me abandonas
a
mi triste suerte
dejo
de ser, me he muerto.
Aunque
algunos
dirán
que me han visto
vagando
una tarde de lluvia
por
Dublín.
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