Me gusta
la
soledad, el caminar conmigo,
el
andar mis sueños
y
dejar que la vida siga su curso
sin
que nada ni nadie intervenga.
La
corriente poderosa de los otros,
ese
río indómito que me arrastra ahora,
me
lleva contra las rocas,
contra
mí, en contra de mi voluntad.
Me
pierdo en los otros,
en
sus halagos,
en
sus amores que se vuelven míos,
en
sus deseos,
en
su sonrisa y en su palabra.
Añoro
no
ser nadie, ser
sólo yo.
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